Cada día nuestros alumnos pasan al menos 30 minutos de su jornada escolar en el patio de la escuela. Durante ese rato juegan entre otras cosas al fútbol, a “papás y mamás”, a disfrazarse o a las carreras; y todo ello de forma espontánea, sin ningún tipo de finalidad más allá del propio divertimento y de pasar un rato agradable con los compañeros y amigos.
Son muchos los estudios que han revelado que gracias a esa desinhibición durante el recreo los estudiantes tienen una predisposición especial para el aprendizaje, ¡son esponjas para el conocimiento! Los maestros, por lo general, hacemos poco para aprovecharlo, para convertir esta inclinación natural del niño en un momento para educar.
Por supuesto, no me refiero a continuar trabajando fuera del aula lo que ya hacemos dentro. ¡Sería una duplicidad absurda y contraproducente! Recordemos que el recreo responde a una necesidad muy clara de oxigenar cuerpo y mente de alumnos y profesores. Pero sí que podemos reivindicar su valor educativo, sí que podemos jugar con ellos y sí que podemos mostrarles juegos que sutilmente les transmitan valores como la solidaridad, la libertad, el trabajo en equipo o la alegría.
Os propongo 3 ejemplos muy sencillos de juegos que podemos hacer con pocos materiales y tiempo, y que nos proporcionan un espacio para hablar sobre la importancia del trabajo en equipo y la amistad.
La hormiga y la cigarra
Objetivo: Trabajar juntos para que la pelota no caiga al suelo ni sea robada por la cigarra.
Juego: Todos los alumnos se colocarán de pie y en círculo, y uno de ellos se situará en el centro. Les explicaremos que ahora son hormigas obreras que transportan semillas y que tienen la importante misión de proteger una (la pelota) que ha de servirles de alimento durante el invierno.
La cigarra, que es el jugador que juega en solitario, intentará robar por todos los medios esa semilla: hará cosquillas a las hormigas para que se les caiga de las manos, saltará alto o los distraerá, por ejemplo. Podrá moverse allá donde quiera, mientras que las hormigas no podrán dar más de dos pasos. Así, estas últimas lucharán juntas para proteger el alimento como sea.
Carrera de tres
Objetivo: Coordinarse para llegar los primeros a la meta juntos.
Juego: Haremos grupos de tres alumnos que tendrán que colocarse tocando espalda con espalda y entrelazando sus brazos para quedar bien unidos, ¡está prohibido separarse!
La carrera comenzará cuando todos los equipos estén situados en la salida. Los grupos tendrán que trabajar juntos para llegar los primeros a la meta.
Busca-palabras
Objetivo: Trabajar en equipo para conseguir encontrar el máximo de palabras y ganar.
Material: Folios y lápices.
Juego: Formaremos equipos de 3 o 4 estudiantes y los situaremos alrededor de un folio. Escogeremos una palabra larga de unas 9 letras o más; como, por ejemplo, murciélago, acantilado, cabellera o calabacín. Les pediremos que busquen todas las palabras que se pueden formar ordenando de forma distinta las letras. Ganará el equipo que más palabras consiga encontrar.
Nuestro castillo de naipes
Objetivo: Organizarse en equipo para ser los primeros en montar un castillo con cartas.
Juego: Colocaremos a los alumnos en equipos de 3 o 4, y repartiremos a cada grupo una baraja de cartas. Les pediremos que construyan un castillo con 7 naipes, y después otro con 15 cartas.
Los equipos lucharán por ser los primeros en finalizar la construcción. Para ello, primero hará un movimiento o colocará carta una persona, y después otra distinta, y después otra… No podrá hacer dos movimientos seguidos la misma persona. Así, los equipos darán indicaciones verbales al jugador que esté manipulando la construcción.
Para hacer visible la importancia del trabajo en equipo y hacer reflexionar a nuestros alumnos sobre los elementos que hacen funcionar ese equipo, los sentaremos en círculo y les pediremos que nos expliquen su experiencia: ¿cómo se han sentido al formar parte de un equipo?, ¿qué cosas les han hecho trabajar mejor juntos? o ¿de qué manera podrían mejorar la próxima vez?
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